Estas vacaciones de invierno han sido desafiantes, no solo por su inicio abrupto y su aumento a casi al doble del tiempo habitual, sino también porque una vez más como madres y padres nos hemos visto en la necesidad de ser altamente Flexibles y buscar el acomodo para estar con los niños y aún así rendir en el trabajo. Parece que ser flexibles es la nueva forma de parentalidad, y claro supone muchos beneficios como: «poder responder rápido frente a contextos que cambian», «resolver de forma eficiente y eficaz las contingencias», «ampliar la perspectiva a muchas otras opciones plausibles», entre otros, pero pucha que es agotador también, porque tanto en adultos como niños es necesario descansar en la estabilidad, en la permanencia de las rutinas y horarios, en la predictibilidad de saber cómo se vienen los días, qué voy a poder hacer y qué no, la paz que da poder anticipar y no tener que responder flexiblemente ante todo tipo de cambios.