Estas vacaciones de invierno han sido desafiantes, no solo por su inicio abrupto y su aumento a casi al doble del tiempo habitual, sino también porque una vez más como madres y padres nos hemos visto en la necesidad de ser altamente Flexibles y buscar el acomodo para estar con los niños y aun así rendir en el trabajo. Parece que ser flexibles es la nueva forma de parentalidad, y claro supone muchos beneficios como: «poder responder rápido frente a contextos que cambian», «resolver de forma eficiente y eficaz las contingencias», «ampliar la perspectiva a muchas otras opciones plausibles», entre otros, pero pucha que es agotador también, porque tanto en adultos como niños es necesario descansar en la estabilidad, en la permanencia de las rutinas y horarios, en la predictibilidad de saber cómo se vienen los días, qué voy a poder hacer y qué no, la paz que da poder anticipar y no tener que responder flexiblemente ante todo tipo de cambios.
Estas vacaciones de invierno se suman a una seguidilla de situaciones en las que como madres y padres hemos tenido y tendremos que ser flexibles, para qué hablar de la pandemia (que fue la que probablemente nos ayudó a desarrollar esta maravillosa cualidad) y las constantes enfermedades de los niños. Para los niños más pequeños este invierno ha sido dificilísimo, intenso, preocupante.
Pero veámos en detalle la parte oscura de la flexibilidad, la parte agotadora, ¿qué podemos hacer? porque la tónica es que la necesidad de ser flexibles seguirá apareciendo, entonces ¿cómo hacerlo para que nuestra Salud Mental y la de nuestros hijos no se afecte?
En los niños lo primero es mantener la estructura estable, a ¿qué me refiero? a que los horarios (de comida y de dormir), los hábitos (dientes, ducha y otros) y los límites (lo que se puede hacer y lo que no) sigan siendo los mismos, tal vez con leves modificaciones conversadas con los niños, niñas y adolescentes pero la estructura, lo que sostiene la rutina se mantenga fijo! Esto les ayudará a sentir la tranquilidad que su entorno es constante y predecible. Cuando el rayado de cancha está claro todos los jugadores juegan tranquilos y pueden mostrar lo mejor de sí, sin ansiedad ni angustia, y sin tantos enojos, porque las reglas están claras desde un inicio.
Para los adultos se complica un poco más, porque cuando pasa algo como estas vacaciones de invierno, los que tenemos que ser flexibles y ceder en tranquilidad, estabilidad y constancia somos nosotros, pero ¿cómo lo podemos hacer para no estresarnos y agobiarnos en el intento? lo primero son las prioridades, identifica qué es lo que realmente no puedes cambiar, qué es eso que no puedes ceder y pónlo en primer lugar, luego baja las expectativas, porque es una realidad que no podrás rendir como siempre, entonces identifica qué puedes dejar para más adelante para evitar que la frustración inunde tu estado de ánimo. Identifica en qué horario tu productividad es la mejor y cuida esos momentos, organiza tu agenda para que esos espacios sean prioridad. Activa tus redes de apoyo, hoy en día las redes de apoyo pueden ser múltiples, familia, asesora del hogar, amigas con niños de la misma edad, espacios de co-work con juegos para niños, y otras opciones que tu tengas. Es importante tener identificadas tus redes y activarlas tan pronto como veas que lo vas a necesitar. Por último, no dejes de lado espacios de autocuidado, ya que son los momentos que nos permiten recargarnos de energía y recobrar nuestra tranquilidad.
Estas estrategias te van a ayudar en esos periodos donde es necesario ser más flexible, para que tu tranquilidad y paz superen los momentos de agobio y estrés.